Buen día nos dé Dios.
¿Tienes un correo electrónico? ¡Te lo envíe por correo?
Ahora el buzón de nuestras cuentas de correo electrónico han sustituido a esos viejos y romanticos buzones de correos de toda la vida. Ya no llegan cartas a nuestros hogares sino e-mail, ya nadie escribe a mano sino que todo se redacta bajo la frialdad de los procesadores de texto, ya nadie es original sino que utilizan el copio y pego que en verdad sirve para todo y para todos aunque produzca una seria desafección pues las palabras suenan huecas, vacías, impersonales.
Ya cada vez se ven menos a los carteros si no es para traerte cartas del banco, financieras, hacienda o alguna institución que todavía utilicen los viejos resortes de la vía postal.
Ya nadie recibe cartas ni de amor ni de otra cosa pues todos tenemos demasiado poco tiempo para perderlo en dedicar de puño y letra lo que quieras, sientas o necesites expresar a los demás.
Estamos en un mundo, en una sociedad, donde crece el desafecto, el desarraigo, donde todo se mira según el cristal de las nuevas tecnologías, donde las amistades se rompen por Facebook o vía WhatsApp, donde ya nadie se mira a los ojos porque simplemente es imposible.
¿Qué estamos haciendo? ¿Qué mundo estamos construyendo?
Es necesario estar en el mundo digital pues llega a los confines de este globalizado mundo pero es imprescindible no perder la conexión personal pues en la mirada se ve mucho más que lo que nos quiera ofrecer una webcam, en un abrazo, con una sonrisa, se puede llegar más lejos que si tienes más o menos megas.
Bien sabéis soy un claro defensor de este espacio en la red donde tanto bueno hay aunque con los años debo reconocer que prefiero abrir un sobre de una carta que hacerlo en el correo electrónico, prefiero una conversación, una mirada, un beso, un abrazo que invita a la risa, a las confidencias o al mismo silencio que leer mil mensajes en mil sitios. Prefiero rezar frente a Dios en la soledad del Sagrario que ante una fría imagen en el ordenador.
Hoy con esta reflexión quiero que sientas el calor de un abrazo y que percibas mi cariño como si de una carta escriba a mano se tratara.
Feliz miércoles.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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