Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy, después de días de impenitente lluvia, ha salido el sol y lo hace con contundencia, como diciendo que ya está aquí, alumbrando este año que toca a su fin y aunque el calendario dice que se va siempre he pensado cual es en verdad nuestro fin de año. Buena cuestión para reflexionar cada uno.
Y es que Dios hace lucir el sol para todos, para justos e injustos, para buenos y malos, para los que nunca lo abandonaron y los que por decisión propia se han perdido. Para todos sale este luminoso sol pues Él Ama a todos de forma incondicional.
Nosotros somos más de vivir sobre las conveniencias, según los intereses de cada día. ¿Amar a todos? ¡En absoluto! ¡Eso no se puede! ¿Y el que me ha hecho un mal? ¿El que me ha despreciado?...
Parece que nosotros amamos según cartilla de ahorro donde el debe y el haber tienen que estar nivelados. Todo lo miramos con los ojos humanos hasta que el Señor, con inmensa misericordia, nos enseña que la vida no es según nuestras apetencias, nuestros intereses, nuestro propio proyecto de vida sino que debe fundamentarse en Él que es Amor absoluto a todos sin excepción, que se vive mejor perdonando que odiando, teniendo Esperanza a vivir en la negrura de la tristeza y de la apatía porque ya han decidido que su vida ni les gusta ni tiene el sentido que deben tener.
Por eso sale el sol para todos, por eso nos ofrece lo mejor a todos, por eso nos quiere, como buen Padre, a todos y somos nosotros los que tenemos que decidir si queremos ser amados para amar o simplemente cotizamos en bolsa nuestra vida donde algunas vez ganaremos y otras perdemos haciéndonos desgraciados.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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