Buen día nos dé Dios.
Que aunque el Niño haya Nacido, que aunque se hayan celebrado las cenas en Nochebuena o el almuerzo de Navidad con la Familia, amigos e incluso en soledad, que aunque parezca que ya estamos metidos en otras cosas como es los preparativos del fin de año y los Reyes Magos de Oriente poco a poco se van acercando más no olvidéis que en estos momentos Jesús junto a María y José siguen en el Portal.
Y siguen ahí porque todavía estamos en Navidad.
Parece que vamos consumiendo los tiempos al igual que un bocadillo y en cuanto lo termino nos ponemos a otra cosa. Ya casi nadie toma productos propios de estas fechas navideñas porque simplemente lo están comiendo desde que el verano se despide. Todavía no se han guardado los pestiños y ya huele a roscos de Semana Santa.
Parece que nos gusta vivir por adelantado, siempre con prisas, siempre con agobios, siempre con "objetivos" y nuestro "objetivo" era la Navidad y una vez pasada vamos por las doce uvas que este año se tendrá que marchar...
Reconozco, entonando el mea culpa, que también era así, un agobiante que necesitaba vivir a base de agobios con el consiguiente malestar de no vivir nunca porque el presente pasa en un instante y tenemos una sensación de insatisfacción constante.
Para mí la enfermedad ha sido, lo debo reconocer, aparte de un conocimiento de mi mismo, de mi realidad, de mi capacidad, de mis limitaciones, de mi paciencia también he aprendido a valorar los tiempos, vivir cada momento como si fuese único, que lo es, como si fuese lo más importante, que también. A todo lo que considero importante, que no lo tiene que ser para la mayoría, le ofrezco mi tiempo a lo que no pues no porque la vida se ha ido convirtiendo en cosa de tres días mal contados y desperdiciar segundos de la misma en banalidades es pecar contra el mismo Dios.
Por eso me gusta vivir el día a día, disfrutar de cada amanecer, del cielo de media tarde, de una anochecida única, de perder mi mirada en ese horizonte que tan solo yo veo, estar con quienes quiero, hacer lo que me gusta ofrecer mis dones al servicio de todos y sobre todo intentar hacer felices a los demás.
Por eso no hago planes a largo plazo...
Y por eso me gusta vivir la Navidad no pensando en final de año, en los Reyes Magos, en la Cuaresma o Semana Santa, la primavera o el mismo verano porque eso no es vida, eso es anticiparse a la vida deseando lo que está por llegar y porque no hemos aprendido todavía que los tiempos son cosas de Dios.
Pues ya sabéis que el Niño sigue en el Portal y por tanto yo os sigo deseando una FELIZ NAVIDAD.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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