Buen martes Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hoy escribo esta reflexión al mediodía no porque se me hayan pegado las sábanas, cosa muy comprensible cuando uno se encuentra de vacaciones, sino porque cuando me he levantado, después de la correspondiente ducha que para mí es completamente necesaria, me fui junto a Enriqueta para que ella diera su matinal paseo ya que Hetepheres no está aquí hasta dentro de unas horas.
Paseo tranquilo en un soleado día aunque de temperaturas muy fría. Paseo reflexivo que no sosegado pues Enriqueta va a un paso distinto al resto de los mortales. Paseo rezando el rosario ya que Villaluenga es el mejor sitio para hacerlo.
Paseo saludando y conversando con vecinos, tomando un desayuno en la terraza pues el cuerpo se venía para abajo, ingiriendo un café carajillo para que el cuerpo entrara en calor. Café en torno a Villaluenga y con sus gentes.
Paseo por la glorieta que hoy aparecía más luminosa y más fría, paseo por el camino bajo de la misma que rodea la carretera hasta llegar de nuevo al núcleo urbano y la Atalaya.
Sí, hoy mi reflexión es un paseo porque es una cosa que con las prisas, las obligaciones, el estrés, el tengo tanto que hacer y no tengo tiempo nos impiden más de la cuenta el pasear por pasear, el caminar tranquilamente deteniéndote en tus propios recuerdos, azuzando a la memoria tan desgastadas en tonterías y tan falta de buen abono.
Sí, hoy en estos 48 años recién estrenados he querido que mi Paseo se haga Reflexión porque en lo cotidiano, en lo normal y en lo corriente está lo verdaderamente extraordinario.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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