domingo, 9 de septiembre de 2018

9 de septiembre. Un día triste...

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Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Hay días que te levantas y el sol ilumina todo y otros que la tristeza hace mella en tu alma.
Hoy es un día de esos, hoy es un día que no ves el sol aunque esté en todo lo alto, hoy es un día muy triste de esa clase de tristeza que te envuelve el mismo alma, esa clase de tristeza que no tiene explicación pues para una persona normal y corriente no existe la lógica, somos cortos de entendederas para ver con claridad los designios del mismo Dios.
Hoy en Villaluenga del Rosario se respira un día así pues dos de sus vecinos más queridos han dejado la Tierra para encaminarse al mismo Cielo. Dos personas que conocía de forma personal, que quería de verdad, que admiro y quiero a sus Familias, dos personas que tanto una como otra me han enseñado el valor de la paciencia, de luchar para seguir adelante, valor para enfrentarte cada día a tus dolencias, padeceres, y también el saber que con Jesús todo se puede, con Cristo la batalla está ganada, con el Amor de Dios se llega a comprender hasta lo incomprensible.
Por respeto a sus Familias y para guardar la necesaria intimidad no haré hoy públicos sus nombres pero quiero que sepáis que los dos me han tocado el corazón, los dos me han enseñado a vivir, los dos me han hecho más fuerte en mi debilidad.
Hoy comprendo más si cabe ese dicho de que Dios escribe recto con renglones torcidos... Por muy torcidos que podamos ver los renglones para Dios está bien escrito pues sus decisiones son salvíficas y aunque algunas veces pode los sarmientos que en verdad somos lo hace para que demos fruto bueno y en cantidad.
Aunque en verdad no entendamos nada lo mejor es poner nuestros afanes, nuestros sentimientos, nuestro dolor, nuestras incertidumbres, en las manos de Señor y su Bendita Madre para que ellos llenen de Esperanza el desconsuelo, llenen de certidumbres nuestras dudas.
En las manos de Dios pongo el alma de estos queridos vecinos, en las manos de Dios pongo el desconsuelo de sus Familia y amigos y en las manos de Dios y de la Santísima Virgen del Rosario pongo a este bendito Pueblo de Villaluenga que hoy llora porque aquí "las alegrías y las tristezas son de todos".
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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