Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Cada día me tomo un café pero los que disfruto y degusto son cuando no tengo que trabajar, cuando dispongo del tiempo suficiente para recrearme en su sabor, en su paladar, en su aroma. Es un placer contemplarlo humeante junto a los libros, a la página en blanco que me mira y yo miro.
Un café bien cargado con poca leche y menos azúcar es el mío.
Anhelamos disfrutar de las grandes cosas y no nos damos cuenta que la felicidad se encuentra en las pequeñas que pasan casi desapercibidas para todos.
Sí, hoy propongo que nos paremos y disfrutamos de "nuestras" pequeñas cosas. Esas que se pueden conseguir con solo alzar la mirada.
Como un buen café, un paseo por ese sitio que tanto te gusta, leer el libro que siempre has estado junto a ti, escuchar buena música, conversar o permanecer en el enriquecedor silencio... Perder el tiempo para muchos ganándolo.
Y orar...
Si la oración debe ser como el café de cada día: Intensa, bien cargada, que la disfrutes, degustes, recreándote en ella.
Hoy es un buen día para hacer grande la pequeñez.
¡Inténtalo, no te va a costar nada!
Feliz sábado.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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