sábado, 20 de agosto de 2016

20 de agosto. Un maravilloso día nuevo.



Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Cuando la noche es más oscura de lo que es en realidad y abres por la mañana la ventana y te encuentras con este precioso cielo solo puedes decir lo que te habla el corazón: ¡¡Gracias Dios mío!!
Sí, todos tenemos noches oscuras y bien sabemos que no sabemos caminar en la penumbra. Nosotros, como Tomas, tenemos que tocar para ver y ver para dar el paso correcto.
Cuando la negritud de la noche se instala en nuestro ser no acertamos sino a pensar y redundar en el sufrimiento y hasta los mismos sueños no son buenos sino todo lo contrario.
Aunque para valorar el sol nuestro de cada día, la claridad que nos ofrece Dios cada jornada como el mejor y único regalo que tenemos y además se nos escapa de las manos, hay que pasar por ciertos momentos de penumbra, de dolor, de abandono e incluso de fría soledad.
Sí, para sentir el calor de Dios hay que sentirse de vez en cuando desabrigado.
Por eso cuando hoy he abierto la ventana y me he encontrado con esta luminosa belleza pienso y digo: ¡¡Qué grande eres, Dios mío!!
Feliz sábado.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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