Buen día nos de Dios.
En la vida hay demasiados momentos que nos quedamos bloqueados ante la desesperación y no sabemos actuar.
Es tan negro el horizonte, observamos y no alcanzamos a ver ningún atisbo de esperanza, parece que todo en nuestra vida está abocada al fracaso.
La soga se ha anudado tanto a nuestro cuello que apenas nos deja respirar.
Y nuestro carácter se oculta, nuestros ánimos se entristecen, nos sentimos deambular por un lánguido y tenebroso pasillo donde no hay ni una ventana o al menos nosotros no somos capaces de percibirlas.
Pero llega un día, cuando menos te lo esperas porque hace tanto que diste todo por perdido, en el que el largo y oscuro pasillo se atisba una luz a lo lejos y sin saber cómo ni por qué todo lo que motivó nuestra desesperación empieza a desaparecer.
De la noche a la mañana, aunque ese tiempo no puede ser calculado, nos encontramos que eso que nos ahogaba, que la soga que teníamos en el cuello está desanudada.
Y entonces vemos y comprobamos que los momentos de tribulación son también justos y necesarios para nuestra madurez personal.
Tengo que confesaros que habiendo pasado momentos de gran tribulación en mi vida después de estos han venido buenos y gozosos, es lo que siempre llamo como el descanso del guerrero, y sé degustar los buenos momentos, incluso valorándolos, porque para vivir estos antes he sufrido aquellos.
Y en todo momento tener a Dios como el mejor aliado y Amigo tanto en la desesperación y el sacrificio como en los tiempos amables y de bonanzas porque siempre nos acordamos del Señor cuando truena y no tanto cuando estamos sentados cómodamente al calor de la chimenea.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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