Buenos días Villaluenga.
Buen día nos de Dios.
El sol sale con fuerza por el puerto de las viñas para calentar el frío de la pasada noche.
Así es Dios con nosotros que sale todos los días para irradiar calor y humanidad a unos corazones demasiados fríos y distantes unos de otros.
No hay sensación que nos ofrezca más paz, más alegría, que el sentir en nuestro corazón la zarza ardiente del Amor de Dios.
Él es el único que nos puede transformar porque pienso que nosotros por nosotros mismos somos capaces de muy poco porque nos falta el valor, el coraje, para hacer frente a esa "comodidad" en la que estamos instalados donde todo pasa por delante de nuestra ventana sin inmutarnos y ni siquiera hacemos el gesto de abrirlas e implicarnos un poco.
Eso sí, cuando el Señor transforma nuestros corazones ya nada es igual porque nos hace sensibles a todo y a todos.
Hoy ha amanecido de nuevo en nuestro bendito pueblo de la forma y manera que solo por estos lares amanece. Hoy el sol vuelve a brillar con rotundidad invitándonos a no quedarnos metidos en casa sino que nos ofrece abrir nuestras puertas y ventanas, salir, convivir y compartir con los demás que es una forma inmensa de vivir con mayúsculas.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
Quiero dedicar esta reflexión a mi querido José Cabeza Boada que sé es un enamorado de los amaneceres de Villaluenga del Rosario.
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