Buen día nos dé Dios.
Cuando se acerca una tormenta se nota, ¿Verdad?
Sí, pienso que los seres humanos cuando vamos cumpliendo años nos hacemos más sensibles a notar cuando algo no va como debiera, cuando se prepara algo que desquiciará al resto, porque siente una especie de leve desasosiego en tu interior. Existen las "tormentas" que creamos las personas, que ya es delito el hacer sufrir o quebrar la quietud de tus semejantes, o las propias metereológicamente hablando.
Cuando vemos el cielo con ese color que ya de la pronostica, el aire es distinto, la presión térmica se siente y más los que padecen dolencias o han sufrido algún tipo de operación quirúrgica que sienten verdaderas molestias y dolores en la zona sensible, podemos pronosticar sin tener que ver la información del tiempo que va a llover, que va a tronar, que van a producirse esas tormentas que iluminan el cielo incluso cuando es de día. Los animales se ponen inquietos y muchos de nosotros sienten pavor, cuanto más mayores somos más nos espanta, y algunos les gusta mirarlas mientras otros salen a pie de tormenta para fotografiar momentos...
Pero toda esta situación produce desasosiego, inquietud, expectación que también se puede extrapolar para las tormentas que manejamos los seres humanos, que al igual que las naturales a muchos les espanta, les duele, sienten inquietud mientras otros, los que la han creado, se sientan tranquilamente para admirarlas así como "fotografiarla" in situ.
Y pregunto: ¿Por qué nos cuesta tanto vivir en Paz? ¿Por qué disfrutamos creando desazón, inquietud, dolor a nuestros semejantes? ¿Por qué somos capaces de crear un tormenta, de inventar una tormenta, donde al final, nunca lo olvidemos, todos salen escardados?
Simplemente porque no vivimos en el Amor, en el que nos entregó y entrega a cada instante el mismo Dios. Quién no vive desde el Amor se deja llevar por su orgullo, su soberbia, su narcisismo y egolatría, se deja llevar por las cosas del Maligno que lo alejan cada vez más del Señor. Estos últimos son los verdaderos diseñadores y creadores de tormentas y por estos hay que rezar mucho porque en verdad son unos verdaderos desgraciados que no conocen el Amor de Dios porque simplemente se niegan a ello, unos desgraciados que ponen sus metas y fines en lo terrenal que es donde encuentran esa clase de felicidad que se evapora con el tiempo, con los años, con la vida...
¡Déjate Amar por Dios y Amarás a los demás!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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