Buenos días Villaluenga.
Buenos días nos dé Dios.
¡Ay, que mundo este!
Entre unos y otros lo estamos convirtiendo en una porqueriza donde lo podrido abarca un todo con su pestilencia asquerosidad...
Dimes, diretes, chismes, mentiras, morbosidad... ¿Es que no nos para nada? ¿Es que en verdad no hay nada bueno?
¡Me niego a creer esta falacia!
Me niego a creerlo porque en vez de mirar con esa amplitud que no se distingue nada prefiero mirar a las personas a los ojos, sufrir con el que sufre, llorar con el que llora, sentir los sentimientos de nuestro prójimo que son nuestros semejantes.
Me niego a creerlo cuando veo una preciosa puesta de sol o un impresionante amanecer, cuando retumba en mis oídos el sonido de la lluvia, cuando la nieve cubre de blanco hasta los mismos pensamientos, cuando el mar, tan infinito siempre, descansa nuestra mirada.
Me niego a creerlo porque Dios hizo este mundo y nos hizo a nosotros no para que estemos continuamente en gresca, en guerra con todos y también con nosotros mismos, sino para hacer el Bien, para Amar sin condición, para servir, para que seamos fieles testigos suyos, para que vivamos en Paz.
Pero no sabemos vivir en Paz, pienso incluso que nos da miedo vivir en Paz, porque si no no se explica tanto desacierto, tanta impiedad, tanto rencor, tanta sed de venganza...
Pero es que me niego a creer que este mundo no sea bueno porque lo es, porque hay millones de buenas personas que hacen el Bien cada día, porque vale la pena vivir cada minuto aunque solo se para admirar esta rosa que está a la vera de mi ventana.
¡Feliz viernes!
Y un ruego: ¡Hagamos entre todos un mundo mejor!
Os deseo una buena noche, feliz descanso, y que Dios nos siga bendiciendo.
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