Buenos días Villaluenga.
Buen días nos dé Dios.
¡Abre tu ventana a la Vida, a la Esperanza, al Amor!
¿De qué te vale angustiarte si en ti no está la solución de los problemas? ¿De qué te vale preocuparte de lo que no está en tu mano?
Sí, me dirás que no puedes dejar de preocuparte por tus cosas y la de los demás, por tu vida y por el mundo que nos rodea. No te quito razón pues eso es lo normal entre personas con sentimientos y el que los tiene significa que les late el corazón.
No soy defensor de la frialdad en cuanto a sentimientos, todo lo contrario, sino de no angustiarte más de lo debido con las situaciones que aunque a lo mejor hemos hasta construido no están en nuestras manos sino en las de Dios.
El Señor quiere que hagamos cosas aunque nos equivoquemos. Él es Padre y nos deja libertad de acción e incluso de omisión pero cuando nos torcemos está junto a nosotros para reconducirnos, para levantarnos, para soportar la pesada carga que llevamos demasiadas veces en nuestros hombros.
Si no piensa. ¿No te ha ocurrido alguna vez que un problema te estaba ahogando, que no veías solución por ningún lugar, que te hundías irremediablemente como en un lodazal? ¿No te has acostado en esa oscuridad que abarca más que la misma noche y luego te has levantado más animado, viendo alguna solución que otra, pensando en fórmulas que pueden ser la solución a tu problema o incluso llegando a olvidar cuando no depende de ti?
¡¡Ha actuado Dios!!
Por eso te digo que abras hoy la ventana a la Vida, a la Esperanza, al Amor que es lo mismo que decir a Dios.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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