Buen día nos dé Dios.
Seamos siempre fuego vivo que vivifica y da calor a todos nuestros semejantes. Los de aquí, los de fuera de aquí, pues todos somos de un mundo creado por Dios y por lo tanto hermanos.
Seamos brasa para los que pasan frío, sonrisa cálida, brazos abiertos para los que necesitan esa muestra de cariño, seamos luz de la esperanza que es Cristo Jesús.
Seamos candela en noche fría que puede durar demasiado tiempo. Seamos calor de hogar para tantos que no lo tienen aunque no carezcan de uno.
Seamos mansos y humildes como ese tronco que se va desvaneciendo poco a poco en las llamas ofreciéndose en esa última misión encomendada.
Tengamos el fuego abrasador de Jesús en nuestros corazones porque nos garantiza que viviremos en esa clase de Amor que no se quema ni se desvanece.
Que nada ni nadie hiele tu alma pues siempre debe ser fuego vivo que alimenta nuestro ser donde la mejor llama es la Eucaristía.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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