miércoles, 24 de septiembre de 2014

desde el tren. 24 de septiembre. ¡Por la Vida! ¡Hoy nos toca rezar!



Buen día nos de Dios. Hoy celebramos la Festividad de Nuestra Señora de la Merced. Hoy más que nunca necesitamos que la Virgen María, con su Merced y Gracia, nos alumbre en estos momentos de incertidumbres, de tristezas, de dolor, de incomprensión ante lo que parece el triunfo de la Muerte frente a la Vida.

Ayer el gobierno de España con su presidente Rajoy a la cabeza cercenaba la reforma de la Ley del Aborto, ayer cercenó nuestras esperanzas y consentía que se siguiera con la masacre que a cada segundo se producen con las víctimas más inocentes: ¡Los no nacidos!

Muchos nos preguntamos como padres y madres de familia pueden apoyar este aberrante crimen. ¿Cuando están jugando o conversando con sus hijos no se les pasa por la cabeza que ellos están permitiendo que otros niños no tengan siquiera el derecho a nacer?

¡Qué triste es la vida sin principios! ¡Qué triste es la vida sin Dios!

Cuando el corazón está tan oscuro, tan perdido, tan alejado de Dios hace cosas horribles que no podemos llegar a entender desde la razón y la conciencia.

Aunque nosotros no lleguemos a entender nada, aunque nos rebelemos y salgamos a la calle, nos movamos en las distintas tribunas, a defender la Vida también tenemos que rezar por aquellos que se han alejado tanto que ya ni bien ni entiende que hay un Padre que los Ama a pesar de su sucio corazón y que si ponen remedio y hacen un profundo examen de conciencia y se arrepienten ante Dios y también ante el mundo podrán gozar de la dicha de Dios que sale siempre a nuestro encuentro como el hijo pródigo.

Si eso sucede el Padre nos podrá decir que celebremos una fiesta porque nuestro hermano que estaba perdido ha sido hallado, porque estaba muerto y ha resucitado.

Mientras eso no ocurre, mientras los que gobiernan y los que dirigen todo se olvidan de Dios, de sus semejantes, de la Vida y defienden el Mal, la muerte y la oscuridad solo nos queda REZAR por ellos porque es la mejor obra de misericordia que podemos hacer.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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