martes, 23 de septiembre de 2014

desde el tren. 23 de septiembre.




Buen día nos de Dios. Desde el ventanal que me asoma al mundo observo como Madrid paulatinamente va cogiendo el color de la vida diaria y aunque sentado y meditabundo me doy cuenta de las gracias que siempre hay que darle a Dios por todo lo que nos sucede a cada instante.

La Amistad es un don del Señor y por eso no todos pueden ser considerados Amigos. 

La Amistad como el Amor es paciente, no tiene en cuenta el mal, no se enoja, se alegra con tus logros y padece con tus sufrimientos aunque no se queda ahí porque el calor que este noble sentimiento desprende hace que esté siempre muy cerca tuya en las alegrías y sobre todo en las tristezas. ¡La Amistad es simplemente así!

Te hago una pregunta: ¿Cuántos amigos de verdad tienes? De esos que siempre están aunque vivan a kilómetros de distancia y os veáis poco. 

Porque conocidos hay miles, millones, pero no lleva impregnado en cada poro de la piel y en el corazón ese don divino con el que nos ha marcado Dios para toda la eternidad.

La Amistad es sincera, el fiel y desinteresada. Con estas tres premisas se caen muchos de los que podríamos creer amigos y no lo son.

Hay "amigos" interesados que solo están contigo cuando les interesa o les pueden sacar lo que sea al que tienen a su lado. De esos no hay que fiarse porque son "profesionales" del engaño del noble sentimiento de la verdadera Amistad. Estos, queriendo o sin querer, hacen mucho daño pues atacan y traicionan sentimientos y las heridas no se pueden curar con un simple apósito. Estos "amigos" son los que nunca son "amigos" de nadie nada más que de sus intereses haciendo de sus vidas un camino lleno de egoísmo, orgullo que no les deja ver el horizonte de la felicidad.

Doy gracias al Señor por haberme dado los Amigos que tengo porque forman parte de mi tesoro inmaterial y más valioso, doy gracias por cómo son, tan distintos y tan iguales, por tener un corazón de oro, por su generosidad, por estar siempre al servicio del otro, por no engloriarse de nada y ante nadie sino compartir las alegrías y las tristezas que son mis alegrías y mis tristezas. 

Dios me ha regalado personas dotadas con el impagable precio de la Amistad y por eso soy feliz porque la felicidad tal y como la pensamos no existe porque forma parte de nuestros más íntimos pensamientos sino que cada día, en cada circunstancia, hay que ser Feliz y yo puedo decir que lo soy porque Dios me ha regalado y regala todos los días dos principios insondables e imprescindibles en mi vida: FE y AMOR.

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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