martes, 16 de septiembre de 2014

desde el tren. 16 de septiembre. A Eva María Ortíz García.

Buen día nos de Dios. Después de la tempestad siempre llega necesariamente la calma. ¿No os ha sucedido que después de un periodo de sufrimiento una paz y honda calma ha inundado tu vida? Dios nos va podando para dar frutos y cuando las nuevas, vivas e incipientes ramas verdes afloran, cuando estamos dando frutos en abundancia, cuando ya hemos superado la empinada y dura escalada y parece que nuestro cuerpo ya no puede más, entonces nos llega la ansiada calma aunque esta situación no debe entenderse como un descanso sino que tenemos que seguir trabajando por el Reino de Dios con otro paso aunque sin descanso porque son muchos los que necesitan notar el Abrazo de Dios.
Estamos a un paso del otoño y el gris se va imponiendo en el ambiente aunque nosotros, los discípulos de Cristo, no podemos consentir que el cansancio, el hastío y la fatiga nos envuelva cuando tenemos tan importante misión encomendada: ¡ La de evangelizar!
Recarguemos las pilas en nuestro particular lugar donde el depósito espiritual se llena de Gracia: Ante el Sagrario y después de comulgar el mayor y mejor alimento para nuestra Salvación: Jesús Eucaristía, salgamos a las calles, a los montes y donde Dios quiera ubicarnos para hacer llegar Su Palabra, Su Mensaje, Su estilo de Vida a todos los hombres sin condición porque para el Señor Todos somos iguales porque somos hijos suyos. Hoy quiero dedicar mi diaria reflexión a una buena amiga y hermana que me aporta tanto en su vida en torno a Jesús en el Sagrario así como su constante camino de evangelización Eva Maria Ortiz Garcia. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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