jueves, 29 de marzo de 2018

29 de marzo: Arrodillarte...

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Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Jueves Santo, Día del Amor Fraterno, Día de la Última Cena del Señor, Día de la Instauración de la Eucaristía, Día en el que conmemoramos la instauración del Sacramento del Sacerdocio, Día donde Jesús se entrega por todos nosotros para permanecer siempre en nuestras almas enamoradas de un Amor que no conoce límites, el Amor de Dios.
Jesús abajándose de todo se hincó de rodillas para lavar los pies a sus discípulos. El Maestro, el Señor, el Rey de reyes, el Mesías, se despojo de toda dignidad para servir a los demás hasta el extremo.
Jesús que es Manso y Humilde de corazón, que carga con el yugo de la Cruz para hacer nuestras cargas ligeras, se hace Eucaristía para permanecer por siempre en nosotros, para convertir nuestros cuerpos en Sagrarios temporales cada vez que comulgamos.
¿Y tú, eres capaz de lavar los pies a tus hermanos, a tu prójimo? ¿Eres capaz de agacharte, arrodillarte ante ese que no te puede ver, que te traiciona, que te mata con palabras y hechos? ¿Eres capaz de arrodillarte ante ese mendigo, ese sin techo, lleno de mugre y suciedad que vive en cualquier esquina y que casi siempre está borracho? ¿Eres capaz de arrodillarte antes los que se creen tan dignos que tratan con indignidad a todos los demás? ¿Eres capaz de arrodillarte ante ese preso que ha delinquido? ¿Ante ese anciano que ya no rige? ¿Ante ese niño que te inoportuna una y otra vez? ¿Ante ese vecino que te hace la vida difícil con sus ruidos de muebles a media noche o en las pesadas reuniones de comunidad de vecinos? ¿Ante ese que sabes te engaña mientras te pone la mejor de las sonrisas?
Sí, arrodillarte no para someterse sino para lavar sus pies, para orar ante ellos, para pedir al Señor los perdone como Él nos ha perdona a nosotros.
Arrodillarte no como sumisión sino como muestra de Grandeza en el Amor de Dios.
Arrodillarte no para ser esclavo de este mundo que esclaviza sino para liberar las cadenas que te sujetan a las cosas del aquí y ahora, de los títulos, las medallas, los tratamientos, los halagos, las alabanzas...
Sí, arrodillarte como se arrodilló Jesús ante sus discípulos y lavar los pies para que todos queden limpios, para que todos puedan ver la grandeza que significa ver y vivir en Dios.
¡Feliz Jueves Santo!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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