Buen día nos dé Dios.
Cuando he visto que a pie de calle ya se ven los preparativos propios que nos anuncian que una nueva Semana Santa está a menos de una semana de comenzar, cuando entro en la Iglesia y se puede observar la vorágine en cuanto a montajes varios de las Cofradías allí radicadas, cuando me acerco a besamanos del Bendito Patrón San José y veo a mi querida Loli custodiando junto a otra hermana de las josefina hermandad, cuando escucho el normal trasiego que existe me gusta pararme donde el silencio se hace palpable, donde te abstraes de todo, donde la conversación entre Jesús y tú sale en medio de nuestro espíritu. Da la casualidad que precisamente en el Sagrario es donde menos trajín existe y también donde menos gente hay.
Jesús Sacramentado es el eterno olvidado de este mundo donde las prisas, los agobios, las prioridades se marcan según qué interés. "Perder" el tiempo frente al Sagrario no te dice nada pues qué me va a contar Cristo y que le voy a contar si Él lo sabe todo. Esto que es una barbaridad supone una línea de pensamiento, muy de andar por casa, de muchos que aun siendo hombres y mujeres de Iglesia no han descubierto que el Amor de los Amores está en ese pequeño Tabernáculo que está en aquella capilla de la perenne luz roja y que casi siempre está vacía.
Por eso la importancia de nuestras hermandades y cofradías pues ellas son puerta abiertas a muchos a la Iglesia y también para ayudarlos a tener una vida sacramental. Son las cofradías las que en muchas ocasiones realizan Adoración al Santísimo y que es una invitación a hermanos y los que no lo son a comprender el misterio de los misterios.
Os invito que a pesar de estar tan ocupados, tan lleno de actos, trabajo, ocupaciones y en la agenda no quepa ni una anotación más, pongáis en modo preferencial el ir a visitar a Jesús, al mejor de los Amigos, que te espera con los brazos abiertos para que le hables porque aunque pueda conocernos necesita que nosotros tengamos confianza y le contemos nuestras cosas de tú a Tú.
Feliz Lunes de Pasión.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo
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