Buen día nos dé Dios.
No sabemos, no somos conscientes, del Bien que nos hace el leer y meditar todos los días la Palabra de Dios, el Evangelio...
En ella está la solución a todos nuestros problemas, el bálsamos a nuestras inquietudes, la luz al final de ese pasillo que demasiadas veces se encuentra en la inmensa oscuridad. En el Evangelio está reflejado que no estamos solos, ni perdidos sino siempre junto a Jesús, siempre hallados, siempre vivos.
No hay nada más satisfactorio que el ponerse frente al Señor y meditar su Palabra que tiene sabor a Vida Eterna. No es un libro, no es una historia, no es un cuento sino que por medio de sus líneas se refleja nuestro aquí y ahora, nuestro momento actual y aunque os pueda parecer difícil de comprender ahí está la solución a todas nuestra cuitas, tan fácil, tan sencillo como es eso.
Estamos "empastillados" todo el día, necesitamos mil complejos vitamínicos que nos hagan tener fuerzas para poner un pie en el suelo, confiamos en la ciencia que nos salva y nos mata poco a poco y no somos capaces de hacer lo que en verdad nos da vida, fuerzas, valor: Ponernos en manos de Dios, acoger en nuestro cuerpo y alma la Eucaristía como el mayor y más profundo regalo que podamos tener, y leer la Escritura que ha escrito a puño y letra el mismo Señor con la mano de sus discípulos.
Parece que tener a Jesús tan cerca nuestra nos hacer perder visión de la grandiosa realidad que eso supone, parece que tenerlo tan "fácil" para llegar a Él nos hace que carezca de importancia. ¿Vale más ese móvil o aparato de última tecnología tan inaccesible a nuestros deseos o vivir la plenitud que nos ofrece cada día, como la cosa más normal y corriente, el mismo Cristo?
Lo malo es que somos todos unos insatisfechos de bagatelas mientras despreciamos lo que en verdad nos vale la pena y cuando nos queremos dar cuenta o es demasiado tarde o hemos perdido media vida.
Feliz miércoles.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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