Buen día nos dé Dios.
Hoy lunes, después de algunas semanas, he vuelto a ver el sol instalado en majestad en un nuboso cielo. Sus rayos calientan a quién con solo sentirlo nos ofrece el imprescindible color de la vida.
Pero hoy lunes es un día gris en cuanto sentimientos tras saberse ayer domingo de la muerte del pequeño Gabriel, el eterno pescadito, que después de días desaparecido lo encontraron en el maletero del coche que conducía la compañera sentimental del padre.
Sí, ayer, que llovía a cantaros, fuimos informados de una noticia que ha dejado un profundo dolor entre todas las personas de buen corazón que demandan a lágrima viva que se haga Justicia.
Todos tenemos un concepto distinto de lo que debe ser la Justicia y su aplicación aquí en la tierra. Unos defienden la pena de muerte, cosa que estoy verdaderamente en contra pues como hombre de Fe sé que la vida y la muerte es cosa de Dios y no nuestra, otros que si la cadena perpertua, como es mi caso pues no hay condena más dura que saber que no volverá a pisar la calle, y otros pues piensan en los "atenuantes" para diluir la pena de la persona que presuntamente ha realizado un acto tan inhumano.
En estos días escucharemos de todo y para todos los gustos pero la cuestión es que el pequeño Gabriel ha muerto y sus padres y familia tienen que estar destrozados que es una pena que les durará toda la vida.
La presunta puede ostentar todas las presunciones que quiera pero la realidad es la realidad. Ahora los abogados discutirán en sus atenuantes, desviarán la atención en cosas minúsculas, otros enarbolarán la bandera del sexo, etnia o color para "disculpar" lo que no tiene perdón. Los que opinan así no tienen consideración para mí pues dejan de tener credibilidad.
Por eso digo que la Justicia aquí en la tierra para cada uno de nosotros es diferente. Yo, personalmente, confío en la divina, en la que Dios otorgará a justos e injuntos, a buenos y malos, que no será como yo pienso o quiero sino como Él que es Padre lo quiera pues es Misericordioso pero también Justo.
A esa Justicia es la que debemos encomendarnos, en esa Justicia es en la que debemos de verdad creer, porque la del mundo, por hache o por be, siempre nos deja con mal sabor de boca.
Os pido recéis por el pequeño Gabriel para que ya esté nadando en ese mar eterno llamado Cielo, por sus padres, familia, amigos, para que el Señor los ayude en este inmenso y hondo dolor, así como también pido recéis, aunque te cueste no solo el hacerlo sino incluso pensarlo, por la presunta asesina, por quien quiso e hizo tanto mal. Esta oración que debe ser sincera es el mejor ofrecimiento que puedes hacer a Dios en este tiempo de Cuaresma.
Feliz lunes y semana.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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