Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Ayer fue un día de climatología muy adversa con fuerte lluvia y viento que hizo que por la tarde se fuera la luz y hasta la noche no volviera.
Fueron horas de oscuridad frente por frente a la chimenea que con su calor, su anaranjado color y el sonido que hace la leña al quemarse no te sintieras solo. Cuando dicen que una chimenea acompaña es cierto al cien por cien.
¿Pero se puede estar solo estando acompañado?
¡Por desgracia, si! Es ese tipo de soledad que intentas evitar por todos los medios porque en ese momento se hacen visibles los miedos de cada cual. Es ese tipo de soledad que hiela el alma hasta hacer que tengas frío aunque la casa esté caliente, es ese tipo de soledad que nos muestra lo que en verdad no queremos ver...
¿He conocido esa soledad? ¡Por supuesto que sí y es espantosa!
¿La siento ahora? Gracias a Dios, no pues he puesto mi vida, mis afanes, en sus manos. Y que gracias al Amor que Él me da he llegado a sentirme perdonado por lo mal que haya hecho tiempo atrás, me quiera y me guste tal y como soy sabiendo de mis inmensas limitaciones y que si algo tengo de bueno, si algo hago bien, si en algo valgo la pena es porque Dios me lo ha dado, me ha bendecido, me ha perdonado, me ha amado...
Ahora no siento soledad aunque esté solo, ahora no siento ese frío interno pues en medio de la inmensa oscuridad, oyendo y sintiendo caer el viento y la lluvia con demasiada fuerza, con solo escuchar el crepitar de la leña quemándose, solo ver la lumbre, solo respirar ese indescriptible olor de encina quemada, solo sentir ese inmenso calor que hace no me quiera separar de la chimenea, solo con eso me encuentro bien, me siento acompañado, me hace salir una sonrisa desde lo más profundo del corazón cuando a mi mente se vienen recuerdos de cuando de pequeño se iba la luz en casa...
Y no estoy solo porque tengo a Hetepheres, y no estoy solo porque os tengo a vosotros, y no estoy solo porque el Señor me ha bendecido con una Fe que me llena e ilusiona, y no estoy solo porque tengo a Dios que siempre está conmigo, en los peores y mejores momentos, para cogerse de mi brazo mientras me dice flojito: ¡Anda Jesús, sigamos caminando!
Feliz Domingo de Pasión.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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