Buenos días Villaluenga.
Buen día nos de Dios.
Algunas veces solamente hay que mirar la grandiosidad del cielo que nos alumbra como la mejor cúpula para hacer una reflexión de nuestro particular día a día.
Pensamos, podemos incluso el estar viviendo situaciones que así lo demuestren, que nuestra vida es algo gris, que nos rodean demasiadas nubes que nos avisan de tormentas, que tenemos que resguardarnos donde sea para que el chaparrón no nos coja demasiado desprevenido porque no hay cosa que nos ofrezca más inseguridad que el no estar preparado para lo que nos pueda sobrevenir.
Queremos tenerlo todo preparado, estudiado, sin que nada ni nadie interfiera en nuestros planes que deben cumplirse si o si porque lo contrario significa una derrota a nuestras aspiraciones, a nuestros logros.
Y la vida es más fácil de la que nos la planteamos, los rigores, el tenerla tan programada, el estudiar tanto el siguiente paso no llevan sino a la desesperación pues suele ocurrir que casi nada de lo que se ha preparado salga como se ha preparado. Podrá salir mejor o incluso se podrá salir del lance pero quien que ha organizado algo hasta el extremo ha salido como lo tenía estudiado coma por coma.
Porque es la vida y en la misma hay distintas circunstancias que cambian según los segundos que vamos pasando en ella, hay personas que simplemente son diferentes a nosotros, a Dios gracias, y hay circunstancias que hace que también todo se pueda ver desde otro prisma, desde otra posición.
Por eso cuando las nubes entoldan nuestro particular cielo tenemos que pensar que más tarde o más temprano sale el sol y cuando esto sucede nada vuelve a ser lo mismo.
Pero para que el sol salga tiene antes que haber oscurecido o las nubes o la niebla lo hayan tapado, para ver el valor de lo que tenemos y disfrutamos a cada instante también hemos de comprobar lo que significa no tenerlo en momentos con nosotros.
Todo tiene su por qué y para qué y de todo debemos sacar lecciones de vida que nos van acercando a Dios y a los designios que tiene preparados para nosotros.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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