Buen día nos de Dios.
¿Hay alguien que no tenga dolores?
Creo que desde que nacemos los tenemos aunque no somos conscientes de ellos hasta que vamos creciendo donde se van acentuando en mayor o menor medida.
Dolores cuando salen las muelas, cuando te das un pescozón cuando eres niño.
Dolores de corazón roto de perdido enamorado en el primer amor que no fue tal.
Dolores de cabeza, preocupación por estudios, primeros trabajos, primeras desilusiones según vas creciendo y madurando.
Dolores de las primeras decepciones, de las tradiciones o abandonos de personas que creías eran amigas.
Dolores de sufrimiento cuando un ser querido muere y ese falta desgarro el mismo corazón haciendo que nunca te olvides de él.
Dolores por no llegar a la meta que ansiabas aunque en verdad no era la tuya.
Y según se va caminando en tu madurez aparecen toda clase de dolores: Espalda, cervicales, cabeza y todo punto del cada vez más desgastado cuerpo cuyas piezas van envejeciendo aunque el ritmo de la vida prosigue.
Dolores de ánimo, de enfermedad, del propio dolor.
Dolores de persecución, de humillaciones, de deterioro.
Dolores de corazón pero que nunca tengamos dolores de alma.
El dolor del alma es el dolor de la falta de fe que es lo peor que nos puede pasar en esta vida porque sin fe nada nos es posible.
Sin Fe el dolor se hace insoportable pues no encuentras el como sobrellevar el mismo.
Fe en Dios y en nosotros mismos porque sin ella ya hemos sido vencidos y arrastrados al peor de los dolores: ¡El del alma!
Hoy que nuestra Madre Iglesia conmemora la Virgen de los Dolores le pido a María, la de la Fe inquebrantable en el Señor, que nos ayude siempre en nuestros dolores que son muchos, en las alegrías que quiera regalarnos, todos los días de nuestra vida porque sin Ella es más difícil llegar al Padre.
También le pido por todos y cada uno de vosotros, mis queridos hermanos, así como a mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario para que nos siga acogiendo bajo Su Manto donde todos cabemos, todos somos iguales y necesarios.
Y hoy rezo por en especial por mi querida Loli Pérez Dugo, a la cual me ha dado enorme alegría de ver, en su día aunque yo sea más de Viernes de Dolores.
Y también por una encomienda especial de mi hermano del alma Leo.
Pongamos nuestros dolores en las primorosas manos de la Virgen de los Dolores y veremos como tienen un sentido, nos son necesarios y con Ella se van mitigando.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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