Buen día nos de Dios. Anoche aconsejaba a una amiga que cuando hoy abriera la ventana dejara entrar los rayos luminosos de sol que haría que embriagara su vida hacia el optimismo y la felicidad porque es Dios el que hace que cada día sea un nuevo y necesario comienzo, una oportunidad para vivir cosas nuevas, de otra manera. Debo dar gracias inmensas a Cristo porque ayer me dio la oportunidad de hablar, con unas pocas horas de separación, con dos buenos amigos que necesitaban de la palabra amiga, del brazo tendido, de la comprensión, del cariño, del saber que tienes a alguien cerca que te comprende y conoce por lo que puedas estar pasando o sufriendo. Esto que en este mundo cada vez más individualista, más alejado del verdadero humanismo cristiano, en el que siempre prevalece el Yo frente al Tú y lo que es mejor al nosotros no se entiende, no se comprende y en algunos casos ni siquiera se admite. Pero Dios a sus hijos nos ha confiado sus dones de lo que significa amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos y eso hace que nos entreguemos totalmente a nuestra misión no solamente evangelizadora sino como verdaderos y consecuentes discípulos de Jesús que siempre tuvo tiempo para los que lo necesitaban y sigue teniéndolo. Ayer fue un día de confidencias, de amistad, de verdadera hermandad entre personas que a lo mejor nunca has visto su cara pero sabes a ciencia cierta que es tu hermano pues notas a cada instante y palabra lo que es la Familiaridad de los hijos de Dios. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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