Buen día nos de Dios. ¡Cuanto ruido nos acompaña a lo largo del día que nos distrae de las cosas importantes de la vida! Vivimos en un mundo donde prevalece el ruido y donde se intenta aniquilar el silencio con lo recomendable que es para todos nosotros. El ruído es como una ola que estalla en la orilla y hace ensordecer hasta nuestras propias conciencias. En cambio para enfrentarse a la desnudez del silencio hay que estar preparados para someternos al propio juicio de nuestras vidas, conciencias, del verdadero valor de nuestros actos. En el silencio nos encontramos nosotros y sobre todo nos encontramos con Dios. En la paz del silencio escuchamos con más nitidez lo que el Señor nos quiere decir en la intensa e intimidad más extrema y también más vivificante. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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