domingo, 25 de mayo de 2014

desde el tren. 25 de mayo.

Buen día nos de Dios. En estos días que el Papa Francisco está de viaje apostólico en Tierra Santa me acuerdo de la peregrinación que tuvimos el honor de realizar hace dos años. Pisar, tocar, ver, oler, sentir la Tierra de Jesús es abrir los ojos a la pureza de la fe. Debo decir que es verdad, que allí en Tierra Santa se acumula tanta fe en Cristo y su Bendita Madre que cada rincón es un cúmulo de vivencias espirituales. Puedo decir, sin temor a la exageración, que cuando toqué la piedra donde oró Jesús en el Getsemaní, el Santo Sepulcro o donde ascendió a los Cielos un fuerte impacto me recorrió todo el cuerpo cambiando mi vida para siempre. Cargar con la cruz por la Vía Dolorosa o pisar el huerto de olivos milenarios donde el Amor de los Amores rezó hasta sudar sangre es una auténtica experiencia mística y de vida en todos los sentidos. Es verdad, lo que nos dijo el Sacerdote en la Basílica del Santo Sepulcro, hemos comprobado con nuestros propios ojos que el Sepulcro está vacío y que Jesús ha resucitado. A partir de entonces tenemos la misión de evangelizar por todos los rincones y confines de este mundo. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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