viernes, 23 de mayo de 2014

desde el tren. 23 de mayo.

Buen día nos de Dios. Hoy mi reflexión quiero dedicarla a la importancia de la oración en todo momento y situación. Rezar es unirnos a Dios por medio de ese invisible cordón umbilical que nos hace mantenernos vivos y fuertes ante los envites lógicos, e ilógicos, que nos depara la vida. ¡Qué bien nos iría si en el centro de nuestra existencia nos quitáramos nosotros y pusiéramos a Dios! Muchas cosas de las que nos pasan es porque estamos constantemente mirándonos el ombligo: Qué si me pasa esto, que si fulanito me ha dicho aquello, que si... y así de esta manera tan torpe y sencilla perdemos un tiempo importante que podríamos aprovecharlo mejor. Unidos en la oración podemos ser más útiles a los demás, a la sociedad, al mundo porque el estar en contacto con el Señor nos hace ver lo necesarios que somos para esos hermanos nuestros que necesitan de una palabra o un gesto de verdadero cariño y comprensión. Si Dios está en mi y yo en Él estoy obligado a entregarme a diario para llevar Su Palabra donde sea necesario aunque tenga que enfrentarme a la exclusión, a la humillación o la persecución. Mis queridos hermanos: ¡No hace falta irse muy lejos para estar o sentirse perseguidos! Aunque bienvenida sea esa persecución si con ella estoy caminando con pasos seguros por mi camino hacia la santificación. Hoy quiero orar por todos vosotros y también por mí para que estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos siempre se cumpla la Voluntad del Señor. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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