Buen día nos de Dios. El Señor vuelve a regalarnos un nuevo domingo lleno de esplendor, en verdad todos los son aunque hay unos más luminosos que otros, en el que podremos disfrutar de todo cuanto nos ofrece. Hoy es Su Día y como tal debe encontrarse en medio de nuestros corazones. Celebrar la Eucaristía, compartir momentos con la familia, amigos, con tus gustos y aficiones, en la paz que transmite el mar, el campo o la montaña. En todo está Dios y así debemos reconocerlo, admitirlo y gozarlo. Cuando nuestro Padre Celestial puso todo lo que tenemos al alcance de nuestras manos fue para que lo disfrutáramos, para que fuésemos sembrando con buena semilla en un mundo algunas veces algo árido y seco del agua que da la Vida a todos. Si la sal se vuelve sosa ya no tendrá validez alguna. Si nosotros perdemos esa chispa que nos ofrece el Espíritu Santo poco podremos hacer y poco podremos disfrutar de todo cuanto nos rodea y que nos ha dado el Señor. En nuestras vidas, en nuestros días, siempre y en todo lugar debemos llevar la máxima de que sobre todo está Cristo. En el centro de nuestra vida o está Cristo o no habrá nada, bueno si lo habrá: Desesperación, desilusión, amargura, llantos y tristezas. Nosotros elegimos: O vivimos en Dios y para Dios como fuente de Amor y Alegría o lo hacemos sin Él y nos encontraremos con el cántaro vacío, el salero sin sal, el pan sin hornear y todo lo bello de este mundo que el Señor nos ofrece no será, ni por asomo, tan bello y hermoso. Os deseo de corazón que disfrutéis de este santo Domingo como hijos en un mismo Dios, es decir, como buenos y verdaderos hermanos en Cristo. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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