martes, 18 de febrero de 2014

desde el tren. 18 de febrero.

Buen día nos de Dios. ¿No os ha pasado que en muchas ocasiones nos ha llegado a faltar el aliento ante la necesidad de pedir perdón a alguien que le hemos hecho, voluntaria o involuntariamente, daño? Igual que a Dios no se puede engañar la conciencia que es una manifestación de Aquel tampoco. Cuando sintamos ese peso, cuando hasta el alma nos duela, cuando sepamos que no podemos seguir por más tiempo asi, cuando hagamos un reflexivo examen de conciencia, lo mejor es acercarnos más al Señor mediante el necesario Sacramento de la Penitencia así como llamar a ese hermano nuestro al que habíamos dado por muerto para que pidiendo u ofreciendo el perdón pueda resucitar en nuestra particular vida. ¿Somos tan grandes y perfectos que no damos ni pedimos perdón? ¿Quién nos hemos creido? La vergüenza es una excusa del orgullo, no lo olvidemos nunca. En la mañana de este viernes que ni siquiera ha amanecido yo os pido perdón, necesito pediros perdón, por si alguna vez una palabra, un gesto o una actitud mía os ha causado dolor o daño. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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