domingo, 16 de febrero de 2014

desde el tren. 16 de febrero.

Buen día nos de Dios. Nos dice el Señor que si tenemos algo pendiente con nuestros hermanos dejemos todo lo que tengamos entre manos y nos vayamos a reconciliarnos con los mismos. Dios, como buen Padre, no quiere ver enfrentado a sus hijos por cosas y situaciones que a la larga se demuestran que no valen la pena. ¡Qué mal nos sentimos cuando estamos enfadados, no nos hablamos, ni tratamos a los que son nuestros hermanos de sangre y los que no lo son! ¿Vale la pena que un enfado, un desencuentro, pueda poner fin a una relación por los siglos de los siglos? ¿Tenemos tanto orgullo, tanta soberbia que no somos capaces de ponernos frente al otro y simplemente hablar? A lo mejor en la vida no hay que pedir ni cuentas ni perdón y dejar el tiempo fluir para recomponer la situación. Lo que tenemos, invariablemente, que hacer es ofrecer la mano, ser receptivo con ese otro que está o estamos enfadados y dejar fluir una conversación donde salga lo que tengamos guardados que a pronto de hablarlo nos estaremos dando cuenta que no ha valido la pena para nada tanto tiempo perdido porque ese, el tiempo, es una de las cosas que no se vuelve a recuperar por más que queramos. Jesús nos enseña, nuevamente, que tenemos que ponernos en paz con nuestros hermanos antes de presentarnos al Padre porque Él nos quiere buenos y limpios de corazón, Él nos quiere felices y sin débitos que pueda perturbar nuestro particular camino hacia la verdadera salvación. A lo mejor hoy es el día de llamar a esa persona que hace tanto que no hablas con ella y preocuparte como está, si necesita algo o simplemente quedar para hablar de lo divino y de lo humano, del pasado, presente y futuro, es decir, de nuestras vidas. Feliz domingo a todos, feliz día del Señor. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

1 comentario:

  1. Si cuando leemos estas reflexiones espirituales, debemos tomarlo como avisos de la Misericordia de Dios, que nos exhorta a poner fin todo resentimiento y malestar con nuestros hermanos, es ahora cuando tenemos tiempo. Porque en el momento de nuestra muerte, si no nos hemos reconciliado con nuestro prójimo, terminaríamos cayendo en la desesperación.

    Es hoy. El Señor nos habla hoy, que nos reconciliemos ahora, no dentro de una semana o de un año en adelante, que es imposible saber humanamente, cómo será nuestro fin.

    Recuerdo una vez, que oí este Evangelio, por la década de los 80 o 90. Antes mi hermano y yo, habíamos discutidos, fue uno de mis errores, y el Señor me había hablado:

    • «Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. » (Mt 5, 22-24)


    Lo cierto que me preocupé, pues mi ofrenda al Señor sin haberme reconciliado, yo lo daba como perdido, sería como hacer como Caín, que estaba enojado con Abel y su ofrenda no fue grata al Señor.

    Pero otro día vino mi hermano, y le pedí perdón. Porque no exista causa en este mundo, que nadie esté peleado con su prójimo, sea hermano, vecino, compañero. Porque eso es locura, el resentimiento, que es un veneno para el espíritu. Esto nos aleja de la Vida y nos arrastra a la muerte.

    Ni siquiera podemos guardar resentimiento hacia las personas, que sabemos que no quieren acercarse al Señor, sino orar por su conversión, tampoco es culpa nuestra que el hermano no quiera escuchar el Evangelio de Cristo, y que nos maldigan cuando le bendecimos en el Nombre del Señor, aun cuando ya no quiera saber más de Dios ni de la Iglesia Santa. Pero nosotros ¡fuera cualquier tipo de resentimiento! Y así tener paz en nuestro corazón. Cristo es Nuestra Paz.

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