Buen día nos dé Dios. Ayer asistimos a una reunión de vecinos. Estas siempre habían sido tranquilas y con excepcional ambiente. Lo ha sido hasta que se incorporaron dos nuevos miembros que la llegaron a dinamitar creando un mal ambiente lleno de desasosiego. Con independencia del fondo de sus opiniones lo que se vislumbraba era odio, rencor sobre afrentas imperdonables. Cuando el odio actúa, lo hace el Maligno. Los que están inmersos en esta dinámica no se dan cuenta lo que dejan en el camino y el mal que hacen a sus semejantes. Tener rencor es ser infeliz. El rencor nos lleva a no perdonarnos y eso es un claro vestigio de lo desgraciados que somos. La fórmula y la solución está en nuestras manos: REZAR. Rezar hasta dejarte el alma por aquellos semejantes nuestros que están perdidos y debemos recuperarlos para que en sus vidas brote el verdadero AMOR Porque solo amando se diluye el rencor y con él el dolor y la infelicidad. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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