Buen día nos de Dios. Pasamos los días pensando que mal estamos, que no podemos ni siquiera dar un paso, que si estamos tristes, aquejados de algún mal, que si... Y no nos fijamos que los demás tienen los mismos problemas o están mucho peor que nosotros. Es hora de dejarnos de mirar nuestros respectivos ombligos para empezar a ver y a sentir a los demás. No hay peor ceguera que nuestros propios impedimentos, nuestra falta de esperanza que es la que queremos implantar, como sea, a nuestro alrededor. Seamos seres felices para nuestros semejantes, la mano consoladora a quienes se pueden agarrar los que lo necesiten. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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