Buen día nos de Dios. Alguna que otra vez nos solemos levantar sin ganas de nada, todo nos cuesta, todo se convierte en una gran dificultad aunque no sea para tanto. Nuestros cuerpos suelen tener un límite, una capacidad y cuando se traspasan nos llegamos a resentir. Estos son los mejores días para ofrecerlos al Señor; dándonos a los demás, preocupándonos por todos y dejando nuestras molestias aparcadas en ese sillón del necesario olvido. Sin lugar a dudas es lo mejor que podemos hacer porque si nos enfrascamos en nuestras propias dolencias no llegamos a avanzar. Y créeme no hay peor cosa que mirarse el propio ombligo porque llegamos a perder la noción de las cosas y nos olvidamos de que existe un mundo aparte de lo que abarca nuestra mirada. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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