Buen día nos de Dios. El Señor nos quiere pequeños como los niños. Nos quiere confiados, inocentes, frágiles, puros, sin maldad, curiosos y sin dobleces. ¡Así nos quiere Dios! ¡Así hemos sido! ¿Qué ha acabado con nuestra niñez de corazón? ¿A que hemos sucumbido? ¿Cual ha sido el precio que hemos tenido que pagar por hacernos tan mayores en todos los sentidos? Hagamos un sano ejercicio de introspección y volvámonos a Dios para mirarle con ojos de niños y entonces comprenderemos realmente Su Auténtica Grandeza. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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