Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Aquí en España estamos el día del Trabajo, es fiesta nacional, y la verdad que además de lo reivindicativo por parte de los sindicatos y partidos políticos a los que trabajamos nos viene muy bien un día de descanso de nuestras obligaciones laborales.
Pero me gustaría preguntar a los que tienen la sartén por el mango que es lo que pueden celebrar los que no tienen trabajo, los parados de larga duración, los jóvenes que no encuentran futuro alguno...
Muchas veces vivimos según estadísticas y detrás de ellas están las personas de carne y hueso, las personas como tú y como yo, la que conoces de toda la vida o no has visto nunca.
Y estás personas son las que más sufren cuando el paro se ceba con ellas. No olvidemos que en España hace muy pocos años, con motivo de la crisis económica mundial que se cebó especialmente con las clases medias y trabajadoras, hubo muchos que tuvieron que ir a comedores sociales, incluso trabajando, porque tenían que pagar la hipoteca, muchos desahuciados, muchos comiendo en contenedores, muchos sufriendo lo indecible, muchos volviendo a casa de sus padres no por Navidad sino porque no tenían para vivir...
Eso es lo que está detrás de las estadísticas no simples números, no simples gráficos, sino personas.
Por eso en este día del Trabajo deberíamos reflexionar que hacer para que todos puedan acceder a uno, que hacer para que nuestros jóvenes no tengan que coger la maleta, que tenemos que hacer para se pueda vivir mejor.
Os diré que llevo trabajando desde los 14 años y voy para 50, no siempre cotizando pues había que ayudar en casa, y como sé lo que es pasar necesidades, sé también que hay que ser conscientes que a quienes corresponda deben trabajar para que el trabajo no sea cosa de unos pocos porque después vienen las crisis y nos vuelven a empobrecer siempre a los mismos, a la clase media y trabajadora que son las que mantienen el sistema, la que mantienen España.
Recemos hoy especialmente a San José que fue carpintero, que enseñó a Jesús este noble oficio y sobre todo le enseñó a ganarse el pan con sus propias manos.
Mi reflexión va dedicada a los que trabajan, los que sacan sus vidas, la de su familia, la de su país, hacia adelante y muy especialmente a los que todavía no han tenido ninguna oportunidad y pensad que detrás de los números y estadísticas siempre están las personas.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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