Buen lunes nos dé Dios.
Hay días que son trepidantes, que no paras de recibir llamadas, hacer mil gestiones, coordinar ciertos asuntos, es decir vivir desde la intensidad lo que es el día a día.
Pero siempre hay que saber parar, hay que saber detenerse, hay que saber medir los tiempos, hay que abstraerse de todo y también de todos para poder encontrarte a ti mismo, a tu verdadera realidad, a tu capacidad de poder gestionar de la mejor forma cuanto debas hacer y en lo que no debas implicarte.
Hay que saber parar, hay que saber contemporizar, hay que saber que necesitamos detener el paso, mirar a nuestro alrededor y ser capaces de distinguir lo que se nos presenta.
Y en ese necesario parón, aunque sean solo minutos, debe estar Dios porque Él nos ilumina con su Santo Espíritu, nos hacer ver lo que no somos capaces, nos hace saber el cómo, el cuando y el por qué de mucho de lo que se nos presenta a diario.
Empezar fuerte la semana hace que seamos capaces de dosificar nuestro esfuerzo para no acabar rendidos a la primera de cambio que es cuando más falta hacemos.
¡Feliz lunes y semana!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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