Buen día nos dé Dios.
Deja de mirarte al espejo en que solo te ves a ti y a tus circunstancias.
Deja de mirarte al espejo porque anula tu capacidad de conocer lo que está pasando no solo ya en el mundo sino a quienes tienes alrededor.
Deja de mirarte al espejo de la autocomplacencia, del perdón y absolución a uno mismo, del Yo soy el más importante y por tanto lo mío es lo único que vale la pena, en la enfermedad el único soy Yo y además padezco más de los demás...
Y después me dices que eres muy de Cristo, muy de entregarte, muy de hacer por los demás, que quisieras hacerlo pero es que estás muy ocupado con "tus" cosas.
Ser de Cristo es ver a Cristo en los ojos de los demás y más especialmente de esos que nosotros apartamos la mirada de forma voluntaria como son los que sufren, los vagabundos, los necesitados, los parias de una sociedad hedonista y soberbia que entre todos hemos construido a modo de particular becerro de oro.
Ser de Cristo es ver a Cristo en los ojos de los presos, los enfermos, los ancianos, los moribundos, los que no tienen nada y los que le faltan de todo incluso una palabra amable, un gesto de sincero cariño.
Ser de Cristo es ver a Cristo en los ojos de una prostituta, de una personas con graves problemas de adicciones, con las parejas que se rompen, con quienes sufren maltrato, vejaciones, con los insultados desde las esferas de los que ostentan el poder y nadie quiere llevarle la contraria más bien prefieren mirar al otro lado.
No olvidemos que Cristo se identifica personalmente con los más desfavorecidos, los más necesitados, los que son maltratados por esta fría y alejada sociedad. No olvidemos que Cristo anuncia con su Palabra de Vida eterna el Reino de Dios y este tiene poco que ver con los parámetros del mundo.
Por eso te pido, te exhorto, te grito que salgas de ti mismo, que dejes de mirarte al espejo donde solo se ve el Yo y empieces una nueva y apasionante vida mirando frente a frente al prójimo porque en sus ojos te encuentras directamente con los del mismo Jesús.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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