Buen día nos dé Dios.
Jesús nos exhorta en el Evangelio que nos amamos unos a otros. Ahora habrá que ver si nosotros somos capaces de ello.
Para muchos, para la inmensa mayoría, la palabra Amor solo es un término, un concepto, el cual se puede estirar todo lo que se desee. No entienden el Amor como fundamento de vida sino un amor más interesado, un amor más particular, un amor propio...
Y el Amor en la dimensión que nos ha enseñado Cristo con su vida, su muerte, su Resurrección, tiene que ser total, entregado, altruista, sin ningún límite ni etiqueta.
Vivir en esa clase de Amor, que está a nuestro alcance aunque no lo queramos ver, es hacerlo desde la radicalidad.
¿Se puede ser radical en el Amor? ¡Se puede y se debe!
Porque la radicalidad del Amor es abandonar los senderos del orgullo, de la envidia, del rencor, del chismorreo, del insulto, de la traición, de perder nuestra dignidad por perseguir las apetencias, es abandonar todo lo que nos lleve a caminos perdidos que terminan por hundirnos en la ciénaga de nuestra propia destrucción. Todos los que ponen precio o interés al Amor se ve a la legua que no han amado en sus vidas y por tanto son inmensamente infelices.
Hacer del Amor el leimotiv de nuestro ser es vivir en el Paraíso aquí en la Tierra donde Dios es centro de todo.
Pero hay demasiados intereses en los poderes del mundo para que esto pueda llegar a ser así. Interesa que perdamos la cabeza ante las inclinaciones de las ofertas que nos ofrecen que seguir los postulados de Jesús que nos enseña el Camino de la Vida Eterna y por tanto de la Felicidad.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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