Buenos días Villaluenga.
Buen día nos dé Dios.
Mes de mayo, mes de María, mes de Primeras Comuniones de muchos niños que después de años preparándose con catequesis tomarán por vez primera el Cuerpo y la Sangre de Cristo saboreando la importancia y el privilegio que tienen de ser inocentes, blancos y puros sagrarios temporales.
Hay muchas Primeras Comuniones pero en muchos casos también será la última porque se ha enfocado este Sacramento con la fiesta que se desarrolla después que alcanza tintes de boda por los preparativos y gastos que conlleva.
Otros, sin embargo, seguirán yendo a Misa, celebrando la Eucaristía, comulgando el Cuerpo de Jesús porque lo ven en su familia, lo ven en sus padres, lo ven en sus abuelos.
De ahí la importancia que tienen los padres, la familia, los abuelos en la continuidad de vida de Fe de nuestros niños. Importancia y también responsabilidad porque llevan en sus manos la salvación de esos niños para que se hagan hombres y mujeres desde una vida cristiana, como miembros de la Madre Iglesia.
Yo, cuando voy a una Primera Comunión, cosa que hoy haré pues suelo ir a las que se celebran en Villaluenga donde todo el pueblo apoya y está al lado de nuestros niños, me acuerdo de la labor inmensa de los catequistas, de las catequistas, porque prestan un servicio de Evangelización, de sembrar la semilla de la Fe, del conocimiento primero de Dios, echando horas y horas para llevar a los niños que tengan encomendados por la senda del Señor.
Reconozco que nunca he sido catequistas de Primera Comunión, si lo he sido de Confirmación y Prematrimonial, pero Hetepheres, que hoy cumple años, si lo ha sido durante muchos años hasta que llegó la hora de dejarlo porque todo en esta vida, también el apostolado, tiene su principio y su final. Dios te regala talentos y te ofrece otros cuando más lo necesitas.
Por eso ruego que por los niños y niñas que en este mes hacen la Primera Comunión, por sus padres y familias, para que los guíen por el Camino de Jesús que es Verdad y Vida y también por las catequistas porque sin ellas, sin estos agentes de pastoral, sin estas personas dedicadas en cuerpo y alma a llevar de la mano a los niños hacia el momento crucial de ser receptores de Jesús y acogerlo desde el Amor que en la Inocencia es más puro, más de verdad.
A todos ellos mi gratitud, por todos ellos mi oración.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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