Buen día nos dé Dios.
Cada día tengo más claro que soy de las personas que quiero y que hacen por los demás.
Para mí una buena persona lo es sea lo que sea, ostente la responsabilidad que ostente, haga lo que haga en la vida. De las buenas personas te nutres, te hace bien, te sientes reconfortado con sus enseñanzas, su testimonio en la vida.
En estos tiempos electorales, llevamos casi dos meses de intensa actividad, muchos se cuestionan a quién o no votar. Yo, personalmente lo tengo muy fácil pues lo haré en clave de Amistad y también valorando lo que se ha hecho en el pueblo. También lo hice en las pasadas y me siento muy reconfortado en conciencia.
A estas alturas de mi vida, rozando la cincuentena, no voto siglas sino personas a lo mejor por mi forma de enfocar la vida desde el cada vez más necesario humanismo.
Si la persona tiene lazos de amistad contigo y es un buen gobernante pare de usted de contar. Si no tienes esos lazos pero es buen gobernante no te digo más.
Lo que pasa es que existe una torticera intoxicación en cuanto a la política se refiere donde están cuatro años matándose en público y en privado y cuando llega la campaña empieza el deguello. Esto en las ciudades es algo más alejado pero en los pueblos se siente más la inquina de los que tienen como único programa el incitar al odio y al rencor.
Muchos de esos que todo el día meten cizaña son los que seguro tienen más que callar pero no lo hacen, buscan los resortes que hagan falta para empudrecer lo que haga falta con tal de llevarse el ascua y la sardina.
Solo espero que este tiempo "electoral" pase pronto y todo se normalice pues nadie puede aguantar tanto tiempo ni tanta presión. Y cuando digo nadie son todos: Los que tiran la piedra, esconden la mano, y los que las reciben con todo dolor.
Sí, hemos perdido el sentido humanista de la vida, hemos perdido el trabajar día a día por la dignidad del ser humano, hemos perdido tanto que nos hemos robotizados, vivimos con una uniformidad de gustos, apetencias y pensamientos que pienso son terribles para la libertad y el desarrollo de cada individuo. Se nos está acostumbrando a no pensar y hacernos creer que todo está hecho, que todo nos lo dan hecho y eso es una soberana mentira.
Se ha perdido el valor del esfuerzo, de la responsabilidad, del honor, de la educación, de la elegancia, del saber estar, del saber convivir... Y se ha perdido porque no interesan, no interesa que pensemos, que valoremos, que seamos capaces de vivir desde la Libertad y no desde la intoxicación putrefacta de los que un día y otro nos meten cizaña.
Se está perdiendo todo porque hemos decidido que Dios no esté en nuestras vidas y ya lo dijo Chesterton: "Quién no cree en Dios, cree en cualquier cosa". Y así nos va...
Yo, Jesús Rodríguez Arias, prefiero ir de frente con la verdad por delante que ser sombra que asesina con la daga de la mentira viperina que al final hace más daño al que la clava que a quién la recibe.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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