viernes, 31 de enero de 2014

desde el tren. 31 de enero.

Buen día nos de Dios. "Haz de mi Señor un instrumento de Tu Paz". Siempre que me levanto le hago esta súplica a Dios. No sé si llegaremos a conseguirlo por nuestras propias fuerzas aunque debemos intentar se válidos instrumentos de Paz y Concordia en un mundo donde prevalece la guerra, el odio y el rencor por todos los lados. Que para estar en guerra no hace falta pistolas y armamentos. Se puede estar cuando sientes animadversión por ese hermano tuyo que no te cae bien, con el que estás peleado y ni siquiera le diriges la palabra. También eso es estar en guerra pues no habiendo muchas víctimas si hay dos moribundos que están destrozando sus vidas y las de que los rodean. Tenemos que pedir al Padre ser eficaces instrumentos de Paz en todo sitio y lugar. Qué cuando llegue a ti alguna crítica, algun chisme o insulto de un hermano tuyo no se siga en ese peligroso juego que destroza, está matando, al otro sino que lo cortes de raíz poniendo los medios que en ese momento te ofrezca el Espíritu Santo para acabar con esa cadena de despropósitos. A los cristianos nos tienen que ver como lo que en realidad somos: Discípulos de Cristo porque lo demás es engañarnos nosotros mismos y lo que es peor: ¡A los demás! Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

2 comentarios:

  1. Por todos lados nos asedian, pero nosotros nos fortalecemos en Cristo Jesús,

    «¿No está con vosotros Yahveh vuestro Dios? ¿Y no os ha dado paz por todos lados? Pues él ha entregado en mis manos a los habitantes del país y el país está sujeto ante Yahveh y ante su pueblo. » 1 Crónicas 22, 18)

    La paz debe permanecer en nosotros mismos cuando tenemos a Cristo, nuestra Paz, en ocasiones en nuestro interior puede venir como un mal impulso, pero no debemos dejar que crezca, sino que se seque y se pierda, Nosotros no estamos hechos para el mal. en «¿No está con vosotros Yahveh vuestro Dios? ¿Y no os ha dado paz por todos lados? Pues él ha entregado en mis manos a los habitantes del país y el país está sujeto ante Yahveh y ante su pueblo. Aplicad ahora vuestro corazón y vuestra alma a buscar a Yahveh vuestro Dios. Levantaos y edificad el santuario de Yahveh Dios, para trasladar el arca de la alianza de Yahveh y los utensilios del santuario de Dios a la Casa que ha de edificarse al Nombre de Yahveh.» (1 Crónicas 23, 18-19)

    Con Cristo debemos permanecer como santuarios vivos de Dios, que habite siempre en nosotros. Si el demonio que tiene la mala costumbre de ponernos las cosas difíciles, más poderoso es Cristo, que Él nos ayuda a salir incluso de los problemas que nos hemos metido. Pues el Señor no nos deja solos. Por tanto, no dejemos que el “yo” turbe nuestro corazón.

    En una ocasión, tuve un problema con unos compañeros de clases, nunca me preguntaron determinados motivos, y es que parece que el demonio se metió por medio para que nadie se atreviera a preguntarme. Y menos un ateo, que quiso ayudarme, otros que se decían cristianos, me dieron la espalda, y la de veces que tuve que hacer autoestop para regresar a casa, porque ninguno ya quería tratar conmigo, pero aunque yo sufría, nunca devolví mal a ellos. Aunque esto es otra historia distinta, del que escribí hace algunos años.

    Siguiendo con la reflexión:

    Esto parece que ha quedado en el pasado, pero en el presente tenemos a Cristo. Además San Pablo pasaba por muchas dificultades, como los demás apóstoles

    Corintios 4, 7-15: «Hermanos: El tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios. »

    Muchas veces cuando la tristeza me viene al corazón de una forma extraña, enseguida dirijo mis pensamientos orando al Señor y recordando pasajes de las Sagradas Escrituras. Y es que sucede, cuando nos ocupamos de los asuntos de Dios, todas esas tristezas se desvanece, porque el demonio quiere vernos amargados y tristes, pero Cristo enseguida nos viene al encuentro y nos anima con su presencia, y nos llena de su amor y alegría. Donde está Cristo y la Virgen María, no tiene cabida el príncipe de las tinieblas.

    Necesitamos beber del mismo cáliz de Cristo, el dolor, la tristeza, pero la tristeza injustificada no tiene que ver con la tristeza sana, que es asociarnos a los sufrimientos de Cristo. Nuestra alegría plena no está en este mundo, que es un valle de lágrimas, sino en el Reino de los cielos.

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  2. «Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda también por Cristo nuestra consolación. Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para el consuelo vuestro, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.» (2 Corintios 5, 9).

    También nuestros hermanos en las redes sociales, que tanto aman y adoran a Dios, sufren terriblemente: porque aquel no quiere encontrarse con Cristo, porque ese otro, blasfema, murmura, y tergiversa las cosas, por ese otro, que no hace más que ofender a Cristo, a la Iglesia al Papa, a los obispos en comunión con el Papa, porque tantos sacerdotes llenos de amor de Dios, así como religiosas y religiosos, son incomprendidos, y en esto, dice San Pablo.


    Cuando vemos la caída de alguien, hay que tener mucho cuidado, porque el demonio puede entrar en el corazón, y poner placer ante la caída de los malvados.


    «No te alegres por la caída de tu enemigo, no se goce tu corazón cuando se hunde; no sea que lo vea Yahveh y le desagrade, y aparte de él su ira.» (Proverbios 24,17-18). San Pío de Pietrelcina, no soportaba que ninguna persona, criticase a obispos que no quisieron comprenderle, y le reprendía severamente al murmurador, a fin de moverlo conversión. ¡Menudo ejemplos nos ofrecen los Santos! Jesucristo nos enseña a rogar por nuestros perseguidores, por esas personas que no son capaces de comprendernos.

    Dice San Pablo que debemos alegrarnos con los que están alegres, y compartir sus sufrimientos con nuestros sufrimientos, pues como hijos de Dios, no dejamos sólos a nuestros hermanos. Y según nuestras posibilidades les ayudamos, para que se animen a encontrarse con Cristo.

    «Bendecid a los que os persiguen, no maldigáis. Alegraos con los que se alegran; llorad con los que lloran. Tened un mismo sentir los unos para con los otros; sin complaceros en la altivez; atraídos más bien por lo humilde; no os complazcáis en vuestra propia sabiduría. Sin devolver a nadie mal por mal; procurando el bien ante todos los hombres en lo posible, y en cuanto de vosotros dependa, en paz con todos los hombres; no tomando la justicia por cuenta vuestra, queridos míos, dejad lugar a la Cólera, pues dice la Escritura: Mía es la venganza: yo daré el pago merecido, dice el Señor.
    » Antes al contrario: si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; haciéndolo así, amontonarás ascuas sobre su cabeza. 1 No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien...» (Ro 12, 14-21)

    Cuando hacemos estas cosas, el demonio no puede hacernos daños.

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