Buen día nos de Dios. ¡Limpiame, Señor! Le gritaban y le gritamos a diario a Jesús. Son muchas las "suciedades" que vamos atesorando por el camino. No sé por qué pero siempre nos gusta lo que no nos conviene. Es como cuando vamos al médico y nos dice que para sanar hay que quitar tal o cual alimento, los más apetecibles, lo mismo el Señor nos dice que para nuestra salvación, para sanar el alma, tenemos que cortar de raíz con cosas y actitudes que nos pierden hasta enfermar. Creo que al médico le hacemos más caso que a Dios porque el cuerpo lo sentimos, pero el alma... Y un alma enferma repercute en el cuerpo porque la conciencia no te deja vivir y ese sufrimiento supone un gran desgaste en lo físico. Dios es el doctorcito bueno que solo quiere nuestro bien y que nos da la Cruz que podemos soportar y cuando el peso sea demasiado ya esta Él para echarnos una Mano. No olvides que las recetas de Dios no caducan, que duran una eternidad. Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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