Buen día nos dé Dios.
¿Estás cansado? ¿Cómo cuanto? ¿Qué ya te cuesta el levantarte, dar un paso, emprender con las obligaciones de cada día?
¿Estás tan cansado que una simple gestión se te hace un mundo, qué ir al banco te crea rechazo, que tener compromisos te ahuyenta, que estás en ese momento que no quieres ver nada ni nadie?
¿Estás al límite de tus fuerzas y no llegas ni al 1% de tu capacidad?
Mal pinta esto y sobre todo cuando estamos cansados por problemas que nos han venido pero también por los que nosotros mismos nos hemos buscado.
Cuando por razones externas a tu propia vida te la complican pues hay que asumir la situación para después poner la oportuna solución.
Pero cuando nuestro agotamiento se concreta en nuestra propia actividad esto ya me parece mucho más preocupante.
Todos tenemos una misión que cumplir, una obligaciones que atender, una responsabilidad que ejercer pero siempre nos sobrepasamos en todo cuanto llevamos a cabo ya sea por ganar más dinero, ya sea por ser más importante, ya sea por ostentar ese cargo por el que literalmente eres capaz de perder la vida...
Y yo te pregunto: ¿Vale la pena?
¿Vale la pena agotarse, perder todas tus fuerzas, por llegar a tener más, a ser más, a ostentar más? ¿Vale la pena perder tu vida, la de tu familia, tus amistades, tu propia salud por cosas tan perentorias y finitas?
Pienso que muchas veces nos metemos en un bucle del que nos es muy difícil salir después porque cuando se obtiene más y más quieres tener mucho más. Somos insaciables a la hora de intentar conseguir dinero, prestigio, posición social que nos olvidamos de ser felices, de hacer felices a los demás. Nos olvidamos de nuestro prójimo que se convierte en ese enemigo al que pisar para poder seguir trepando. Nos olvidamos de nuestras parejas, nuestras familias, nuestros amigos, nuestro ocio. Nos olvidamos de Dios y de cuanto significa porque Él representa todo lo contrario a lo que queremos conseguir. Y de tanto olvidarnos de todo y todos nos acabamos olvidando de nosotros mismos.
Y claro estamos cansados, muy cansados, no tenemos ganas de hacer nada, e incluso cuando la salud nos falla nos cuesta incluso abrir los ojos a un nuevo día.
Suele pasar que esta situación se corta de golpe y porrazo con un "aviso" que nos da la propia salud. Algunos se salvan y se le ofrece una segunda oportunidad y otros quedan literalmente en el camino.
Sí, de un momento a otro te cambia la vida y ves que por tanto tener has perdido casi todo. Ese es el momento de empezar de nuevo, es el momento de cogerte del brazo del Señor, de reconquistar a tu familia, tus amigos, los que siempre han estado junto a ti. Es el momento de apartarse de la carrera para echarse al arcén y sentarse en esa cómoda piedra para que puedas pensar que ante ti se abre nuevas perspectivas de vida, una vida igual de apasionante, una vida encaminada no tanto en tu Yo sino en los demás.
Y puede que exista cansancio, esta vida tan confusa a veces, tan interesada otras, tan viciada por tantos, cansa y mucho a los que quieren tan solo vivir en paz, disfrutar del sosiego, alimentarse de cada instante, porque ya no les interesa ni el ser ni el estar menos el parecer sino simplemente ansía es VIVIR.
La vida es demasiado fácil y somos nosotros los que la nos la complicamos a diario.
¡Feliz Jueves!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.