Buen día nos dé Dios.
Todos en mayor o menor herida tenemos "heridas del pasado"...
Y es que hay que reconocer, en esta serie de reflexiones que me hago y comparto en esta Cuaresma, que cada uno de nosotros está más o menos herido por el pasado: Personas, relaciones, acontecimientos.. que nos llevaron a la decepción, al fracaso, a la temida frustración.. dejando ese poso de amargura, de rencor, de desengaño, de escrúpulo que tanto condiciona nuestra vida presente.
El recuerdo de una ofensa suscita la ira; el de la propia valía suscita la soberbia; el del bien ajeno suscita la envidia; el de la belleza sensual suscita la lujuria, el de las riquezas materiales suscita la avaricia; el del merecido descanso suscita la pereza y el de la avidez satisfecha suscita la gula.
Esto nos pasa, aunque nos cueste admitirlo, porque tendemos a tener una "memoria enfema" que no trabaja a nuestro favor sino en nuestro daño. Una memoria que es manipulada, avivada, adormecida por el enemigo del alma que es el demonio cuyo mayor triunfo es el que este mundo haya desechado la idea de que exista. El Maligno siempre busca nuestra ruina e infelicidad hasta hacernos unos verdaderos despojos que nos cuesta a veces hasta respirar de lo contaminado que está todo.
Es la Oración la que purifica la memoria de las experiencias que nos han traumatizado en el pasado, abriéndola a la cercanía y amor de Dios en el presente. De esta forma fortalecemos la Fe, ya que como respondió Jesús a la tercera de sus tentaciones: "Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás".
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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