Buen día nos dé Dios.
Reconozco que cada día que pasa me alejo más del mundanal ruído, de la dictadura del ensordecedor ruído, y me adentro en las profundidades del silencio que invita a la íntima reflexión, a sentir más hondamente la Presencia del Señor en mi vida.
Todos quieren que todos estemos atentos a los miles de sonidos que nos llegan desde afuera y piensan que el solo hecho de hacerlo así ya te distraes y te aleja de lo que estos no controlan. Los poderes de este mundo quieren acabar con Dios y por eso esta predisposición a cercenar el mismo silencio donde se encuentra al Señor sin ningún tipo de distracción.
Se creen que asesinando el silencio asesinan al mismo Dios...
¿Qué puede ayudar al hombre a callar? El móvil suena constantemente, los dedos y el espíritu están siempre ocupado enviando mensajes... Parece que estamos acuartelados en regimientos de ruídos lamentables.
¿Estamos dispuestos a retornar al silencio?
Piensa que la muerte del silencio es aparente. Dios nos ayudará a redescubrirlo si nos abrimos a Él y acogemos acogiendo la oración con todo nuestro ser, intentando cambiar de dentro. Es imprescindible dejar que el Espíritu Santo penetre en las regiones más profundas de nuestra alma.
Mientras no alcancemos a reconocer el gran silencio de Dios en lo más hondo de nuestros corazones no podremos acceder a una auténtica transformación espiritual que hace seamos hombres nuevos capaces de salir al mundo, a ese ruidoso mundo, para anunciar con inmensa alegría el Reino de los Cielos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario