Buen día nos dé Dios.
Muchas veces en la vida hay que poner el intermitente y no para cambiar de sentido sino para coger tu camino aunque para eso hay que tener claro quién eres, de donde vienes, qué eres, donde estás y donde quieres llegar.
En nuestra vida no podemos ser veletas y menos engañar al personal, en nuestra vida hay que saber que camino recorrer y cuando hay que poner el intermitente y encauzar la dirección hacia la meta perseguida porque aunque el camino puede ser recto siempre nos encontraremos alguna que otra curva, nos encontraremos, por las mismas circunstancias, en calles cortadas, donde las prohibiciones florezcan como las amapolas en los caminos cuando llega la primavera.
Porque lo que tendríamos que preguntarnos es que si el camino que transitamos es el correcto, si el camino nos hace llegar al destino deseado, si el camino se convierte en carretera donde los demás te adelantan por izquierda y derecha, sin importar si acabas en el arcén...
Pero nosotro no sabemos ni podemos prever lo que nos encontraremos tras emprender la marcha, porque en esta trayectoria no hay navegador que sea cien por cien fiable, porque nos podemos encontrar con ese rádar que haga sentirnos vigilado...
¿Somos más de caravanas o de ir por solitario?
Caravanas uno detras de otro sin pensar en más que seguir al primero o solitario porque quieres llegar a ese destino que fijaste cuando emprendiste el viaje.
Los que les gustan la caravana seguirán su monótona vida sin arriesgar lo mínimo y los que hemos apostado por ir en solitario, somos muchos y por tal hasta mal mirados, seguiremos la senda marcada teniendo a mano el mapa de carretera y el navegador que nos lleve a buen puerto.
Y en el cristiano, en el díscipulo de Cristo nuestro mapa de carretera es el Evangelio y nuestro navegador tiene nombre y nunca se equivoca: Se llama Espíritu Santo y no es marca patentada, no se compra ni se vende, porque Dios nos lo regala a cada instante para que haciendo caso de sus indicaciones utilicemos los intermitentes de nuestras vidas para llegar a ese destino que termina donde empiezan las Puertas del Cielo.
¡Feliz martes!
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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