Buen día nos dé Dios.
Hoy celebramos el Día Mundial de la Poesía y para todos los que tenemos una especial percepción y sensibilidad os puedo garantizar que es un gran día...
Poeta no puede serlo cualquiera pues tiene que estar bendecido con un don muy especial, comprender a un poeta es complicado pues mira desde el prisma de la belleza, de la coherencia, de la melancolía, de tantas y tantas vivencias. En los ojos del Poeta se distingue una insondable profundidad que no todos saben entender ni siquiera llegar. Conozco a buenos y grandes poetas, desde conocidos y reconocidos hasta esos que escriben versos desde la inmensa Libertad del buscado anonimato. Poeta no puede ser cualquiera y en este mundo tan gris hacen falta tanta Poesía para ver la vida de otra manera...
En una Poesía se puede declarar el Amor, se puede compartir el dolor, se puede reír, pensar, soñar y rememorar tantos recuerdos. En una Poesía se puede orar pues toda ella nos invita a ver a Dios, a sentir a Dios, a vivir en Dios...
Hace falta muchos días que estén dedicados a las cosas bellas, a lo que nos enaltece el espíritu, a lo que nos hace bien, a olvidarnos de tantos problemas como los que nos acucian, agotan y acaban matando.
He leído y disfrutado con Poetas que han escrito la vida verso a verso. He leído, disfrutado y conocido a grandes poetas, sean o no reconocidos, pero que les une a todos ese cordón umbilical de la Poesía escrita a fuego vivo de corazones demasiados intensos...
No voy a nombrarlos todos pero a bote pronto y por querencia hoy recuerdo y dedico esta reflexión tan particular a mis queridos y buenos amigos como son Enrique García-Máiquez, Jesús Devesa Jesús Devesa Juan Antonio Carrasco, David Sierra o Jose Miguel Calle Ruiz... Así como todos esos que hoy han vuelto a escribir cuando la divina inspiración los ha visitado y sus poemas quedarán guardados en ese cuaderno tan desgastado como la tinta del lápiz que siempre tienen a mano.
Hoy, jueves 21 de marzo, es el Día Mundial de la Poesía y tan solo por eso hay que celebrarlo.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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