lunes, 4 de marzo de 2019

4 de marzo. Imprescindible desconexión...




Buen día nos dé Dios.
Buen lunes y feliz semana queridos hermanos.
Me gusta sostener la mirada cuando amaneciendo el pueblo va emergiendo abriéndose a un nuevo día tras pasar las oscuras horas de la noche. Todavía no existe el trasiego propio pero ya se distingue de nuevo que la vida hecha color empieza a florecer.
He permanecido cinco días alejado del mundo virtual para vivir con intensidad el real, he estado cinco días sin escribir nada de nada, pues también la mente merece su descanso, he estado cinco días sin dar buenos días o desear buenas noches, he estado cinco días disfrutando en ese pueblo que me ha robado el corazón, que me da paz, que me ofrece tanto que hasta en mis paseos se me ha olvidado el móvil en casa y esa forma, a la que ya no estamos ni acostumbrados, de estar desconectado, de no estar localizable, de no saber la hora que estaba y tampoco importaba mucho. Sí, ha sido una necesaria desconexión de todo cuanto llevo y he llevado adelante.
Antes de irme estos días por el llamado "Puente de Andalucía" le dije a un querido amigo que a lo único que iba a dedicarme era a Hetepheres, mi mujer, y a Villaluenga del Rosario. Dicho, cumplido y hecho.
Y me ha sobrado lo demás, mi abandono de las redes sociales ha sido una realidad solo para poner alguna foto de Villaluenga, de los distintos carteles que hemos editado, de los eventos que se iban celebrando y solo la Peregrinación que realizó el pasado jueves la Redención Salesiana de Jerez de la Frontera hizo que me pusiera ante la cuartilla en blanco, que publicara fotografías y vídeos este acontecimiento ciertamente histórico. Lo demás, como he dicho, nada de nada...
Estos días de necesario alejamiento ha surtido un efecto sanador hacia mí porque vengo descansado de cuerpo y mente, vengo con el claro propósito de que aquí a unas semanas o unos meses mantenerme en esta tónica de lejanía con lo accesorio, con lo que en verdad te resta minutos de vida que nunca más volverás a vivir, para ocuparme de lo esencial que en verdad son pocas cosas pero vitales para uno.
Sí, hoy Dios me ha regalado un nuevo amanecer aunque esta vez lo he sentido muy distinto al resto, hoy vuelvo a emerger de la noche oscura en la que me hallaba hace ya mucho tiempo para que la vida hecha color empiece a florecer en mi corazón dándome esas necesarias fuerzas para seguir la senda iniciada que no es otra que vivir en Paz.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.

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