Buen día nos dé Dios.
Ya pasó el día de la Inmaculada que hemos vivido los creyentes, los que amamos a María, con gozo y alegría.
Hemos rezado, hemos celebrado y hemos compartido como hermanos tan importante día de nuestra Celestial Madre.
Cuando pasan las festividades, cuando son muy vivenciales, siempre mantenemos el grato recuerdo de lo vivido aunque no podemos quedarnos ahí ya que este Amor, este ofrecimiento, no es cosa de un solo día sino también del resto que conforman nuestra vida.
Hoy, mañana y siempre tenemos que estar con Jesús y su Augusta y sencilla Madre que también es la nuestra.
Amor entregado y servido a los demás sin caer en la provocaciones de los que se escuchan ellos, los que creen que insultandonos y persiguiendonos pueden acabar con cuanto creemos y al final los primeros que suelen caer son esos provocadores que usan el odio, el rencor y la ignorancia que se les vuelve en contra.
Pues eso, os invito a revivir los momentos ayer compartidos para que nos sirvan de espaldarazo para seguir con nuestra evangelizadora estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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