Buen día nos dé Dios.
Quedan apenas minutos para que cojamos bártulos, carretera, manta y nos encaminemos a mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario que es un lugar único en el mundo.
Si Dios así lo quiere pasaremos la última semana de este año y recibiremos al que está por llegar en la Atalaya, en Villaluenga, donde el tiempo adquiere una mesura entrañable, un sosiego necesario que invita a la paz y a la tranquilidad.
Allí el frío es frío pero si te abrigas bien o enciendes la lumbre ni se nota. Allí los amaneceres o los atardecielos son únicos y la belleza cambia a cada instante.
Allí se goza con un paseo, tomando algo al calor de la buena conversación, paseando por las calles en la negra noche mientras las montañas perfilan el firmamento y ese lucero del alba nos anuncia que estamos en casa.
Allí te reciben con los brazos abiertos.
Por eso a cada instante pienso y me glorío de un pueblo que ha conquistado mi corazón a fuego y lo ha hecho porque son naturales, generosos, sencillos, humildes, amables...
Y por eso no es raro el que regale con imágenes únicas de un lugar único en el mundo como es Villaluenga del Rosario.
No podría ser de otro modo pues todo él está bendecido y protegido por la Virgen del Rosario que es Madre y Señora pero sobre todo Madre de todos los payoyos de origen o de corazón.
Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios nos siga bendiciendo.
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